miércoles, 11 de abril de 2012

Mexico, Estado Fallido

http://m.youtube.com/#/watch?desktop_uri=%2Fwatch%3Fv%3D0o8WH4luTmo&v=0o8WH4luTmo&gl=MX

La relación entre el gobierno y la ciudadanía nunca había estado más dañada que en la actualidad. Pasamos de dudar de algunos sectores del Estado ha una relación de desconfianza generalizada. La actitud del gobierno es represora, irresponsable y cínica; la de la ciudadanía, egoísta, sumisa y sin ninguna meta común. En estos años, los unos le cuidannlas manos a los otros y éstos le cuidan la conciencia a los primeros. Los gobernantes procuran que sus pasos sean ágiles, imperceptibles, que no dejen huella, para esquivar cualquier responsabilidad que los comprometa con la acción social. Los gobernados evitan su responsabilidad de sostener la democracia, prefieren delegar su responsabilidad y sus derechos a quienes aparecen en la televisión. Para entender esta relación, que es la más importante en la conformación del Estado Mexicano, debemos desarrollar nuestro análisis desde un enfoque institucionalista. Y para poder abordar el tema del Estado fallido y explicar la peligrosidad que implica para el Estado mismo el hecho de estar calificado como tal, debemos retomar primero, las ideas de Guillermos Hurtado y Jose Antonio Crespo.

Primero, debemos ubicarnos en el tiempo exacto en que el esatdo de las cosas se agravó hasta el punto de significar la responsabilidad de todos los actores políticos, económicos y sociales. De acuerdo al libro México en la Frontera del Caos, el momento definitorio para la degradación y putrefacción de la República se ubica en el año de 1994, cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari salió, sin dignidad ni respeto, de la presidencia de México para ser sustituido por Ernesto Cedillo (Andrés Oppenheimer, 1996). El rompimiento entre estas dos figuras dejó a nuestro país a merced del sector empresarial y los medios de comunicación que asistieron a su rescate, ya que luego de seis años de políticas irresponsables y tramposas se guardaron para el nuevo sexenio las peores consecuencias.

Pero de acuerdo al libro México sin sentido, la alternancia del año 2000 significó una pérdida elevada de valores entre la sociedad y el gobierno. Esta alternancia, que fue lograda no con el fin de instaurar un régimen verdaderamente democrático y legítimo sino con el objetivo de expulsar de la administración federal al grupo político que había sido omnipresente en todos los niveles de gobierno y que había creado, además de una forma de gobierno única en el mundo, una ideología adoptada por todo un universo de personas que ahora la rechazaban, envalentonados por las campañas mediaticas a favor del ejercicio de los derechos electorales (Guillermo Hurtado, 2011).

Este cambio que para muchos significó ofrecer lo mejor de sí mismos, que para miles costó mucho valor y determinación y para unos cuantos sólo costó dinero, inició en México una nueva etapa, la del panismo. Iniciamos el sexenio con la esperanza de terminar con la vieja política del partido oficial, con la determinación de hacer valer nuestros derechos en la democracia y cumplir con nuestras responsabilidades para con nuestro país. En estricto sensu, iniciamos una nueva fase en el desarrollo espiritual e ideológico de nuestro país, sin embargo, pronto desaparecerían una a una, las esperanzas y las espectaticvas. Pronto se supo que el PRI nunca saldría del gobierno, porque era ya una cultura de gobierno tan arraigada que iba a ser muy difícil lograr un cambio tan grande y menos sabiendo que el nuevo gobierno solo se veía bien en la televisión (Álvaro Cepeda, 2007).

Desde el 2000 hasta este año en que habremos de renovar la administración federal, se ha desperdiciado la alternancia, se ha traicionado la voluntad y el valor de los mexicanos que en el 2000 decidieron dejar de ser priistas, aun cuando lo habían sido durante toda su vida.

Fue durante estos dos últimos sexenios que México entró a la lista de los Estados Fallidos. De acuerdo a la Fundación por la Paz, en su informe sobre el índice de Estados Fallidos, de 2011, México se ubica en el lugar 97, de un total de 147 países evaluados, incluso por debajo de Qatar o de Libia, que aun cuando enfrentan problemas internos, el gobierno en esos países no ha perdido su presencia y su autoridad en su territorio como ha sucedido en México, donde los poderes fácticos han sustituido al gobierno, en todos sus niveles, para cumplir con funciones que le son exclusivas, desde brindar asistencia social, hasta recaudar dinero de comerciantes y empresarios, como lo hacen las bandas de narcotraficantes para tener controladas las plazas.

Y aunque esta sustitución puede beneficiar mucho a la gente, principalmente a la más marginada y olvidada por el gobierno, muchas veces está por encima de la ley. Además, debo mencionar que se discute su legitimidad, toda vez que condiciona la ayuda brindadapor el silencio y la compliciead de quienes la reciben y porque ayuda al gobierno a librarse de sus responsabilidades. Entonces, la sociedad queda entre la espada y la pared, entre denunciar los actos de corrupción del gobierno al no atender sus necesidades y exigirles que cumplan con sus funciones o aceptar la ayuda de los poderes facticos, principalmente de las bandas de narcotraficantes. La sociedad queda comprometida con los narcotetraficantes pero ademas no pierde su compromiso, obligado para todos los ciudadanos, de cumplir la ley y demandar su cumplimiento, pero al momento de decidir entre proteger a quienes les han dado sustento y las leyes que nunca los han beneficiado, decidir será fácil, y sólo pensarán en la represión que pueda ejercer el gobierno sobre ellos (Muñoz Ledo. 2011). De manera que la presencia del Estado en muchas regiones del país sólo es visible cuando compite contra los poderes fácticos por la titularidad del poder y la autoridad sobre la ciudadanía pero no cuando se trata de solucionar los problemas sociales que afectan a las comunidades.

Para que un país sea considerado como Estado Fallido, se evalúan aspectos de su desarrollo y composición, como los niveles de corrupción. México obtuvo un puntaje de 3.1 en el Indice de Percepción de la Corrupción 2010, que publica Transparencia Internacional; ocupa el lugar 100 entre 182 países. De acuerdo con el libro Para entendr el Estado, la corrupcion es producto del despotismo y el autoritarismo (Crespo. 2006). México nunca abandonó la época autoritaria y casi dictatorial del PRI, por el contrario, la continuó despues del 2000, en mayors dimensiones y magnitudes. También se evalúan temas como presión demográfica. Durante la guerra de Calderón, ha habido más de 1.6 millones de desplazados internos -más de 260 mil personas han abandonado Ciudad Juárez. Otro parámetro para calificar a los Estados Fallidos es la capacidad para hacer valer los derechos de sus ciudadanos y resoetar los derechos humanos de todos y todas. De acuerdo al Balance de cumplimiento de las recomendaciones emitidas por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, México no ha cumplido con todas las recomendaciones emitidas por los organismos internacionales encargados de vigilar la defensa de los derechos humanos. De esta manera, de un total de 91 recomendaciones emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Estado Mexicano ha aceptado 83, pero no ha cumplido con ninguna. Hasta este año se ofrecieron disculpas de manera oficial por el caso Rosendo Radilla.

Es ya indudable que el Estado se encuentra en crisis y que su debilidad fortalece a los poderes fácticos (grupos delincuenciales, sector empresarial, medios de comunicación) y deja a la sociedad indefensa ante la amenaza que representa el hecho de que los poderes legítimos estén supeditados a los poderes fácticos, ya que bajo esta relación, la búsqueda del bienestar general de la población será sustituida por la búsqueda del enriquecimiento de una minoría.

El rescate que hoy nos exige nuestra nación no puede llevarse acabo desde los medios, pues éstos forman parte de los poderes ilegítimos, tampoco desde el Estado mismo, ya que está totalmente cooptado y corrompido por los primeros, gracias a una relación histórica de complicidad y permision absoluta; así las cosas, la obligación y responsabilidad moral es de los ciudadanos. Quienes durante tantos años hemos vivido en la opacidad y el desentendimiento no tanto de nuestras responsabilidades cuanto de nuestros derechos. Ahora debemos retirarle todas las facultades que les otorgamos y que utilizaron en nuestra contra. Como hace 12 años, hoy tenemos la oportunidad de transitar hacia un cambio verdadero, pero nos corresponde que esta actividad democrática no se limite a una jornada electoral, sino que sea permanente, ya que el camino hacia la democracia no es aquel que se recorre al llenar una papeleta, sino el que se transita durante toda nuestra vida, siendo honestos y exigiendo honestidad. Las elecciones son la parte mecánica de la democracia, la rendición de cuentas y la transparencia son la parte escencial.